Bilbao, campamento base durante cuatro días. Estamos en el segundo y es fiesta. Hoy toca museos: tú para el de Bellas Artes, yo para el Guggenheim. Nos vemos en el Parque Doña Casilda para dar un paseo desde el Euskalduna, siguiendo la Ría, hasta el Ayuntamiento. Por la tarde nos vamos hasta el Puente Colgante.
Viernes 15 de agosto. A por el Bilbao vanguardista, a ver si se nos pega algo.
Si ayer paseamos por las estampas del Bilbao más típico y encantador, hoy nos dirigimos hacia la ciudad de las firmas que impresionan y que la han transformado y convertido en ejemplo y referente internacional. Por lo tanto, semejante bombo hace que también éstas sean ya estampas de la urbe, sólo que con más glamour cosmopolita.
09:00 AM. La Alhóndiga.
Pues ala, para Indautxu, primera estación la Alhóndiga de Ricardo Bastida y luego de Philippe Starck, centro multicultural y antiguo almacén de vinos. Suponemos que tiene mucho que ver pero, no sé si por ser temprano o por ser fiesta, aquello estaba “muerto”. Dimos un paseo por donde se podía dar, el imaginativo atrio de las 43 columnas y nos quedamos con esta bonita reflexión de Starck “Tras las columnas se esconde, se enamora, se besa. Tras las columnas se espía, se mata, nace una cita”
Fin de la visita. Lástima. Creo que necesito otro café.
10:30 AM. Museo de Bellas Artes y/o Museo Guggenheim
Café, moderno, cómo no, y observación del lento trajín de paseantes-turistas. Nos encaminamos cada cual para nuestros próximos destinos: Museo de Bellas Artes y el Guggenheim de Frank Gehry, recientemente premiado con el premio Príncipe de Asturias de las Artes (no te pierdas el reportaje de Euskádiz sobre Gehry y la Rioja Alavesa). A mi me daba la bienvenida Puppy, el perrito floreado de Jeff Koons, que de tan fotografiado no me queda más que erigirlo como simpático guardián, no ya del museo, sino de toda esta maravillosa transformación ¿bil-ba-í-na o bil-bai-na?
El Guggenheim lo conozco y, ya lo sé, es una locura visitarlo en estas fechas, y además no me gustan las aglomeraciones. Pues no sé qué hago aquí guardando cola. Bueno, sí lo sé, no hay cosa que más me guste que pasear por un museo a pesar de estos inconvenientes. Antes de entrar ya sé que no voy a pararme en Georges Braque ni en Yoko Ono (masificación) pero me contento perdiéndome otra vez en “La materia del tiempo” de Richard Serra. Intento no pisar ninguna escultura, como me ocurrió hace años, y es que a veces el arte…se puede pisar confundido con una junta de dilatación en el suelo.
El paseo ha sido breve. Me he parado en la obra expuesta de Uslé (Soñé que revelabas XI) y en la de José Manuel Ballester (Palacio Real). Luego, en el exterior, he coincidido con el momento en que hacía su aparición la “Escultura de Niebla” de Nakaya Fujiko. Una mirada intensa a “Mamá”, de Bourgeois, y una, de reojo, a los “Tulipanes” de Koons (que me cansa un poco) han completado el recorrido a la cuna de la modernidad.
Ya, en el Parque Doña Casilda, pregunto: ¿y en el Bellas Artes qué?
Pues muy bien, y además gratis. Algo de arte japonés en una exposición temporal de la cual puedo decir poco o casi nada, otra exposición temporal a la que ni tan siquiera he entrado y luego un gran rato en “Los Grecos del Museo de Bellas Artes de Bilbao”; un San Francisco y una Anunciación desmenuzados hasta el último detalle con grandes pantallas digitales en las que tocas, retocas, amplias, recortas,… y todo eso solo para mi, en una sala sin nadie que te agobie, te empuje o te meta prisas.
Hasta llegar a la sala en donde están los Grecos hay que repasar mucho, pero no importa ya que hay una gran variedad de autores y obras, y como siempre, en algunas salas te recreas y en otras una panorámica es suficiente. Acabas sorprendido de la gran variedad de autores, obras, estilos, épocas, en fin, un museo de verdad, con cuadros colgados en las paredes.
Autores para todos los gustos desde Sánchez Coello,El Greco, Ribera, Zurbarán, Van Dyck, Murillo, Goya, … hasta Madrazo, Gauguin, Cassatt, Sorolla, Regoyos, Romero de Torres, Zuloaga, Gutiérrez Solana, Vázquez Díaz, Bacon, Palazuelo, Chillida, Millares, Tàpies, Saura, Arroyo y hasta Barceló. En definitiva un buen recorrido histórico por una gran parte de la historia de la pintura.
Ahora bien, un museo al día es suficiente, lo demás se hace pesado de digerir. Así que ahora toca pasear y con suerte tropezaremos con algo digno de ser bebido o comido.
12:30 PM. De Abandoibarra al Casco Viejo
El cielo se está poniendo serio, con nubes de verdad, nubes con experiencia de ser nube y descargar, no como las del sur, que tenemos nubes en verano por decir algo, de adorno, para evitar de vez en cuando la monotonía de un cielo siempre azul.
A pocos metros, en el parque, nos tropezamos con Gargantúa, ese enorme aldeano que esconde un tobogán en su interior con entrada por la boca y salida por…¿se puede decir culo? Pues eso, una imagen que nos devuelve la inminencia de la Aste Nagusia.
Vamos camino de la Avenida de Abandoibarra. Nos informamos de que estos espacios han sido diseñados por Moneo y Siza, y que constituyen el nuevo foco cultural y de negocios de la ciudad. La verdad, un agradable paseo entre zonas verdes, agua, cristal, hierro, acero y novedosas formas arquitectónicas. Paseamos hasta el Arenal, cruzando la pasarela Zubi Zuri, de Santiago Calatrava, a la que le ha crecido una especie de moqueta, dejando atrás la Torre Iberdrola, de César Pelli, el Paraninfo de la Universidad, la Biblioteca de Deusto, las Torres Isozaki y puentes como el de la Salve.
La “Variante Ovoide” de Oteiza nos devuelve al Casco Viejo. Hora de “torpear” con el txikiteo, y los variados pintxos.
18:30 PM. El Puente Colgante o Puente Bizkaia
Hoy la Ría no nos abandona. Hemos descansado, releído información y, muy seguros de nosotros mismos, nos encaminamos al Puente Colgante; fácil, línea recta, paralelos a la Ria y llegamos a Getxo. ¡Tururú! Los recuerdos antiguos son inexactos y creo que han variado las cosas un poco desde entonces. Y esta vez no ha tenido la culpa el Tom-Tom. Nada, nada, unos cuantos kilómetros más, unas vueltas y, sorpresa, estamos en Punta Galea, o cerca. Bonitas vistas del puerto de Bilbao y vuelta para atrás.
Otra vez, es facil, en nada estamos delante del puente colgante. Ahora sí, la culpa es del Tom-Tom que no nos advierte de las calles cortadas. No exagero, llegamos a Las Arenas atardeciendo, para coger uno de los últimos viajes hacia la otra orilla, a Portugalete, cruzamos por debajo, con el coche, porque ya no se podía hacer por arriba. Aún así, pudimos disfrutar de esta otra maravilla, el Puente Bizkaia que une las dos orillas de la Ría del Nervión, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO y que este verano ha conmemorado su 121 aniversario.
Tenemos muy poco tiempo y Portugalete está en fiestas. Piquemos algo ¿no?
Continuará…
Si lo deseas, pincha en el enlace para leer Diario de Viaje (I) Aterrizando en Bilbao.
Alberto Reina/Ángel Veas
Obra bajo licencia Creative Commons
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