Donostia-San Sebastián, por su topografía y localización, es una ciudad en la que confluyen el monte y el mar. Dispone de importantes espacios libres y zonas de recreo colindantes con su área urbana, como son el parque de Ametzagaña, el monte Ulia, el parque de Lau-Haizeta, el monte Igeldo y el parque de Miramón, pero esta misma circunstancia quizá sea la causa de que no cuente con grandes parques urbanos. Sin embargo, para conocer esta ciudad es necesario subir al parque de Aiete, acercarse al parque de Miramar, perderse por el monte Urgull y pasear por el parque de Cristina Enea, como haremos hoy.
Actualmente Cristina Enea es un gran espacio verde que sirve como parque público a los barrios de Egia, Riberas de Loiola, Centro y Amara, y se encuentra a escasa distancia de importantes equipamientos, como son la Estación Intermodal de Autobuses y de Renfe, el Centro Cultural de Tabacalera y el Palacio de Justicia. Cuenta con una gran centralidad y, a modo de charnela urbana, facilita la comunicación de Riberas de Loiola con Amara, Egia, Centro y Gros gracias a los accesos peatonales realizados para abrir el parque a la ciudad desde el paseo del Urumea, Tabacalera y Riberas de Loiola.
El parque de Cristina Enea ocupa casi diez hectáreas de una pequeña colina situada al sudeste de la ciudad, en la margen derecha del meandro final del río Urumea. Ya en el siglo XVIII se ubicaban en esta zona el palacio y los jardines de la conocida como finca Mundaiz, cuyos terrenos restantes, ocupados por caseríos y huertas, comenzó a comprar en la segunda mitad del siglo XIX don Fermín Lasala, duque de Mandas, con la intención de construir una mansión, rodeada por un gran jardín, a la que bautizó con el nombre de Cristina Enea en honor a su mujer, Cristina Brunetti de los Cobos, duquesa de Mandas.
Fermín Lasala y Collado, hijo de Fermín Lasala y Urbieta, que fue Alcalde de San Sebastián, Presidente de la Diputación de Gipuzkoa y Diputado a Cortes, nació el año 1832 en Donostia-San Sebastián y falleció en Madrid en 1917, siendo enterrado en el cementerio de Polloe, en su ciudad natal. Abogado y político progresista, fue Diputado a Cortes en 1857-1859, Senador vitalicio, Ministro de Fomento y miembro de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas, además de haber sido nombrado embajador en París y en Londres y de ocupar por dos veces la presidencia del Consejo de Estado.
Al no haber tenido descendencia, el duque de Mandas nombró en su testamento a la Diputación de Gipuzkoa como único y universal heredero. También recibieron donaciones algunas iglesias donostiarras que hicieron posible financiar, por ejemplo, la construcción de la torre de la iglesia de San Ignacio (Gros), los ventanales de la iglesia de San Vicente (Parte Vieja) y el Gran Órgano de la catedral del Buen Pastor. A su ciudad legó Cristina Enea su magnífica biblioteca, cuyos 18.000 volúmenes se encuentran en la sala del Duque de Mandas, ubicada en el edificio municipal de la Plaza de la Constitución.
El Ayuntamiento de San Sebastián se convirtió en propietario del parque en 1926 con la condición de cumplir una serie de estipulaciones dispuestas por el duque de Mandas en su testamento. Entre estas condiciones constaba la obligación de que el parque conservara el nombre de Cristina Enea y de destinarlo únicamente a zona de paseo, y, por otra parte, no se permitía la modificación de su trazado, la construcción de nuevas edificaciones ni tampoco la tala de árboles y arbustos, con objeto de que el jardín mantuviese su estado originario, diseñado por el paisajista vasco-francés Pierre Ducasse, que también fue el autor de los parques de Aiete, Miramar y Plaza de Gipuzkoa.
Durante varias décadas de progresivo abandono, lo que fue creado como un jardín se convirtió en un espacio boscoso, hasta que en 1977 fue abierto al público. La superficie del parque se ha incrementado de los 79.000 m2 que tenía inicialmente a los 95.000 m2 que alcanza en la actualidad y cuenta, entre otras cosas, con un estanque, diversas zonas de juego y un circuito natural recreativo. En el año 1991, además de rehabilitar el estanque, se abrió una nueva entrada al parque para facilitar el acceso a los estudiantes de la zona, lo que supuso un logro importante, ya que durante muchos años los antiguos alumnos de Mundaiz nos tuvimos que limitar a realizar algunas escaramuzas y pequeñas incursiones furtivas por Cristina Enea.
En homenaje a Gladys del Estal, joven ecologista donostiarra muerta a los 23 años en Tudela (Navarra) el 3 de junio de 1979, durante la celebración de la Jornada Internacional contra la Energía Nuclear, el mismo año 1979 se colocó una escultura de Xabier Laka en la “elipse”, situada en el punto más alto del parque y que constituye uno de sus lugares más visitados. Desde el año 2009, también lleva su nombre la pasarela peatonal, inaugurada en 2003 que, por encima de las vías del tren, une Cristina Enea con el paseo de Federico García Lorca, junto al río Urumea.
La distribución actual del palacio, que data de 1890, se debe a José de Osinalde y fue rehabilitado entre 2002 y 2004, acogiendo desde el año 2005 el Centro de Recursos Medioambientales – Fundación Cristina Enea. Consta de planta baja, una planta alta, en la que se ubican dos salas y el antiguo despacho del duque de Mandas, y una última planta parcialmente abuhardillada. Dispone también de una zona de exposiciones unida mediante una galería subterránea a una sala de formación ubicada en la antigua capilla.
Previamente, en el año 2001 el consistorio donostiarra había convocado un concurso de ideas para llevar a cabo la remodelación del parque de Cristina Enea, en el que participaron 65 equipos de arquitectos-paisajistas de todo el mundo. El proyecto que se eligió fue el presentado por la Agencia Ter de Alemania.
Como última intervención importante, el año 2009 se construyó sobre el río Urumea la denominada Pasarela Mikel Laboa, que conecta el parque de Cristina Enea con el nuevo barrio de Riberas de Loiola.
Es obligado destacar la gran riqueza arbórea que posee el parque. Podemos admirar tres tipos de secuoyas: una secuoya gigante, una secuoya del alba y tres secuoyas rojas que brotan de la misma raíz, y también son de gran interés los castaños de Indias, un ginkgo, auténtico fósil viviente catalogado como árbol singular, un cedro del Líbano, con sus 25 metros de altura, unos magníficos plátanos de sombra, un falso ciprés y un olmo temblón, así como un grupo de palmeras chinas y de arbustos de boj, camelias y peonias junto al busto del duque de Mandas, realizado en 1926 por el escultor José Joaquín Barriola.
Por último, antes de acabar este breve paseo por el parque de Cristina Enea, hay que recordar a los pavos reales, habitantes singulares del parque que constituyen una especie emblemática desde que se trajo la primera pareja procedente de Barcelona en el año 1977.
Y todo esto, y algo más, es lo que os podéis encontrar si os animáis a dar un paseo sin prisa por el parque de Cristina Enea, un lugar muy especial en el que tantas horas hemos pasado jugando con nuestros hijos y al que todos los donostiarras consideramos como una de las joyas más valiosas de nuestra ciudad.
Texto e imágenes del parque (a excepción del pavo real con plumas desplegadas): Joseba Larzabal, junio de 2013
Fuente: Donostia Kultura
Obra bajo licencia Creative Commons.
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