El verano es tiempo de “saca”, de “pela”, de descorche en el Parque Natural de Los Alcornocales, la tarea consistente en cortar y extraer el corcho a los alcornoques o chaparros. Guiados de manera maestra por Luis Aranda, Euskádiz hemos viajado hasta el corazón del bosque para conocer de primera mano esta singular y dura actividad tradicional y artesanal.
La “saca” del corcho, al igual que otras ancestrales actividades que sobreviven en la provincia de Cádiz, como la almadraba del atún o las salinas, conserva toda la leyenda, la magia y las historias sobre corcheros y arrieros que los niños de la zona han escuchado de sus mayores a lo largo de muchas generaciones.
Cada verano, desde hace siglos, se repite en el P.N. de Los Alcornocales la dura tarea consistente en extraer el corcho que irá a parar, en su mayoría, a taponar las botellas de los vinos que un día descorcharemos para acompañar nuestras comidas o celebrar algún buen acontecimiento. Entre abruptas veredas, barrancos y valles donde nunca ha entrado la maquinaria, de manera artesanal, con las mismas herramientas que se emplearon en sus inicios en el siglo XVIII, y con la imprescindible ayuda de mulas y arrieros, se realiza año tras año la labor de “desnudar” miles de alcornoques. Habrán de pasar 9 años hasta que el árbol pelado vuelva a generar una nueva corteza a extraer.
El patio de corchas y el pesado.
Nos hemos acercado a una finca del P.N. de los Alcornocales en la zona conocida como Las Navas. A lo largo de la finca se establecen unas zonas de almacenado conocidas como “patios de corchas”, donde se pesa y apila el material antes de su transporte definitivo.
El pesado se realiza en un artilugio llamado cabria, tres largas patas unidas en su parte superior, donde se coloca la balanza. La unidad de peso es el quintal y son testigos del mismo los “fieles” de cada parte. Tras el mismo se clasifica y apila el corcho para su traslado definitivo.
La «saca».
La tarea principal consiste en el corte y “la saca”. Los corcheros son gente que conoce perfectamente el oficio y domina hábilmente la herramienta, el “hacha” . Los trabajadores se organizan en cuadrillas al mando de un capataz o “manijero”. La componen además los “hacheros”, los “rajaores”, que meten sus burjas entre los paneles para desgajarlos del tronco; los “recogeores”, “guardapilas”, “zapateros”..
Los corcheros muestran una gran habilidad con ambas manos en el uso del hacha.
La tarea presenta un nivel elevado de riesgo, en especial cuando la altura del árbol requiere trepar a lo más alto con ayuda de una sencilla escalera.
Las panas de corcho son extraídas con ayuda de la burja. Es importante conseguir piezas de gran tamaño.
El instrumental es muy básico: el hacha, la burja o hurga para desprender las piezas o panas, un poco de líquido protector para el tronco que se aplica al hacha, y una escalera.
Mulas y arrieros.
El «recogeor» agrupa el material cortado que será porteado hasta el punto donde esperan las mulas para su traslado al patio. Un papel muy importante es el que desarrolla el arriero, cargando ordenadamente las panas, equilibrando el peso y dirigiendo las mulas a su destino.
Normalmente se utilizan dos reatas de tres mulas que se alternan en el recorrido. Las cargas son de cuatro o cinco quintales, entre 180 y 230 kilos.
La cuadrilla se completa con el «aguaor» y, aunque en desuso por los cambios en las jornadas de trabajo, el cocinero.
El otro descorche.
Una jornada de tanto calor merecía un buen descanso, un bañito en la piscina de Luis y un descorche de unas botellas de sidra vasca que llevamos para la ocasión. ¡Salud!
Antxón Urrestarazu Echániz
Obra bajo licencia Creative Commons
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