El paisaje es un producto social. Un entorno natural y antrópico, una combinación de elementos físicos y de la acción humana. Lo vivimos recientemente en la bella excursión que realizamos por la Sierra de Grazalema, donde descubrimos los restos y la bella historia de la antigua Escuela rural de Barrida.
En nuestras excursiones por la Sierra de Grazalema o por el P.N. de los Alcornocales nos gusta disfrutar del paisaje y del territorio con todos sus elementos naturales y antrópicos, es decir, como producto social e histórico. Nos emociona visitar las abundantes pinturas prehistóricas y las tumbas antropomorfas de los Alcornocales, los restos de la antigua ciudad romana de Baelo Claudia en el entorno mágico de Bolonia, o las muchas huellas que la acción humana ha dejado todavía visibles en la Sierra de Grazalema. Uno de estos vestigios lo encontramos recientemente en nuestra excursión por las proximidades de Villaluenga del Rosario, a la búsqueda de la Cascada de El Chorrero. Se trata de los restos de una antigua escuela rural en la zona conocida como Barrida, de donde toma el nombre la Escuela.
Hemos hablado con Francisco, un lugareño que lleva casi toda su vida viviendo en un cortijo de la garganta de Barrida, quien nos ha acompañado hasta la antigua escuela. La Escuela de Barrida fue creada en torno a los años 20 del siglo pasado, dado el creciente número de niños que habitaban los pequeños cortijos y chozas de la zona, para lo cual se habilitó una antigua borda para los muchos cerdos que hubo en estos parajes, antes de que se talaran las enormes encinas que los poblaban. Situada a unos 4 kilómetros del núcleo urbano de Villaluenga, en la zona conocida como El Quejigal, la escuela rural contaba incluso con más alumnos que en la propia localidad. Llegó a estar abierta aproximadamente hasta mediados del siglo pasado. Para entonces la población rural había descendido de manera considerable.
Francisco nos explicó detalladamente la distribución que tenía el edificio, y nos contó curiosas anécdotas de la vida y costumbres de la época y de la Escuela de Barrida. No en vano, los padres y tíos de Francisco llegaron a asistir a sus clases.
Un interesante reportaje sobre la Escuela de Barrida en Cuadernos del Campo Payoyo, nos cuenta la curiosa historia de la visita a la misma de una delegación del «Patronato de Misiones Pedagógicas«, un proyecto de la II República que tenía por objeto «difundir la cultura general, la moderna orientación docente, y la educación ciudadana en aldeas y lugares, con especial atención a los intereses espirituales de la población rural«.
Fotos de Arantza González.
Antxón Urrestarazu Echániz
Obra bajo licencia Creative Commons
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