La “Peluquería Rafael” de la calle Isabel la Católica de Cádiz es mi peluquería, esa en la que de vez en cuando me dejo “pelar” los cada vez más escasos pelos que me acompañan. O debería decir barbería, como gusta decir a José María, el actual propietario de un establecimiento que comenzó su andadura en 1964 a manos de su padre.

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Su padre, como decía, fue un peluquero emprendedor que tras muchos años como empleado de distintos establecimientos, entre otros de la recientemente cerrada peluquería de la calle Nueva,  decidió iniciar su particular aventura. Pero la cosa viene de antes. El abuelo de José María, José López Petizme era también peluquero. Tres generaciones a las que José María pondrá punto final.

José María García López está a punto de alcanzar las bodas de oro en la peluquería. Inició su andadura con 13 años y medio, cuando la familia decidió que  abandonara el Colegio Villoslada de la capital y los estudios de montador, para entrar a trabajar , como aprendiz, con su padre. Hasta hoy. La barbería se encuentra en lo que José María llama “el Barrio”, una bonita zona del casco antiguo, y en la calle Isabel la Católica, “una vía de pasado noble, con el alma dividida”, que muere junto al Triunfo del bilbaíno Ganzarain, en la Alameda Apodaca de Cádiz. En el barrio podemos encontrar  otros establecimientos singulares, como el ultramarinos-taberna-panadería y estanco de Leo, en Manuel Rancés, el bar-tienda Honda, o la Papelería Mío Cid, en un cruce de calles con mucho arraigo popular.

Me niego a visitar esas peluquerías impersonales y modernas llenas de artilugios y secadores para el pelo donde el ruido impide mantener la más mínima conversación. El barbero, por el contrario, y José María es su mejor expresión, es una especie de cronista oficial del barrio, confesor, psicólogo y buen consejero que sabe llevar la conversación a su terreno. “Yo he sabido dar buenos consejos a quien lo necesitaba, pero también sacar provecho del saber y conocimientos de mis clientes. Dejé pronto el Colegio pero este local ha sido la escuela de mi vida. Muchos clientes siguen viniendo a pelarse cuando vuelven a Cádiz, para hacerme una visita”.

Este hombre serio y de humor socarrón, nacido en la cercana calle Fermín Salvoechea y actualmente residente en la Barriada (La Paz), recuerda con cariño a las 4 generaciones a las que ha pelado en el “banco chico” que aún guarda en una esquina, y las muchas anécdotas de su vida profesional, como aquella en que un día apareció por su local el famoso ciclista Luis Ocaña, hospedado en un hotel cercano, para cortarse el pelo antes de la etapa de la Vuelta a España que partía desde Cádiz. Y encima ganó la etapa del día.

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Antxon Urrestarazu

Obra bajo licencia Creative Commons

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