En 1797 dos grandes marinos vascos unieron su talento y capacidad estratégica para hacer frente al almirante Nelson en las costas cercanas a la playa de la Caleta y al castillo de San Sebastián, salvando a Cádiz de su aniquilación: Blas de Lezo, el gipuzkoano de Pasajes fallecido años atrás tras su heroica defensa de Cartagena de Indias, fue el principal artífice del sistema defensivo gaditano con sus murallas y baluartes; y José de Mazarredo Salazar, el preclaro marino bilbaíno de la Ilustración, que defendió Cádiz con todas sus fuerzas y toda su inteligencia.
«¿De qué sirve a los ingleses tener fragatas ligeras, si saben que Mazarredo tiene lanchas cañoneras?».
Así reza la popular copla gaditana haciendo referencia a los episodios de 1797 frente a la costa gaditana, y que supusieron la grave derrota del almirante inglés Nelson frente a la habilidad estratégica y el buen hacer de José de Mazarredo.
En un interesante artículo publicado en el Diario de Jerez por Luis Mollá, “El ataque frustrado de Nelson a Cádiz”, dice el autor: “Las murallas y los baluartes diseñados por Blas de Lezo y la táctica de Mazarredo lograron que los ingleses no pudieran invadir la capital gaditana en 1797. En el ataque frustrado a Cádiz en 1797, el almirante inglés se topó no solo con la bravura e inteligencia de otro marino vasco, José de Mazarredo, sino con las murallas y baluartes sabiamente diseñados por Lezo en su época de Comandante General de Cádiz, e inspiradas en su experiencia en las heroicas defensas de Tolón y Orán”.
Blas de Lezo había fallecido en 1741 en Cartagena de Indias tras la heroica defensa de la ciudad, pero su presencia en Cádiz fue muy importante durante muchos años, tal y como os mostramos en un reportaje anterior en nuestro blog.
A mediados de abril de 1797 y tras su victoria sobre la Escuadra española en San Vicente, Jervis y Nelson establecieron el bloqueo de Cádiz.
Vicente Mira Gutiérrez describe de esta manera los episodios: «Meses después una bombarda inglesa rompía el fuego sobre el castillo de San Sebastián. Inmediatamente, fuego y ruido llenaban los tranquilos aires del verano gaditano; obuses y granadas caían sobre la Caleta ante el terror de pescadores y vecinos. Cuentan las crónicas que muchos gaditanos huyeron hacia los pueblos cercanos, conscientes de que la ciudad sería arrasada y conquistada si un milagro no lo remediaba. Cádiz se salvaría -como era premisa de Mazarredo- con valor, pero sobre todo con esfuerzo e inteligencia; en el tiempo de siete días la ciudad se puso «manos a la obra», armando ocho tartanas y diez barcos grandes bien armados. El 5 de junio, Mazarredo apostaba en la Caleta 16 lanchas cañoneras, mientras otras 15 quedaban en la boca del puerto. Ese día, al anochecer, una bombardera inglesa se dirigía nuevamente a la ensenada de levante, la Caleta, para infligirle un duro castigo de obuses. A las 9,55, las fuerzas de Mazarredo rompían el fuego desde la cercana zona del vendaval. En la madrugada, el mar de Cádiz ardía entre las llamaradas de los obuses y el estruendo de las explosiones. Ante la dura resistencia, el enemigo, por fin se retiraba. Un segundo intento, también infructuoso, tendrá lugar días más tarde; a media mañana, desde la Caleta, las lanchas cañoneras rechazaban a los ingleses con tal energía, que la famosa bombardera de Nelson quedaba fuera de combate. Nelson y Jervis se retiraban de Cádiz rumbo a Tenerife».
Un buen final que no sirvió para evitar la posterior venganza de Nelson en Trafalgar en 1805, donde sería ilustre protagonista el vasco de Mutriku Cosme Damián Churruca.
Fotos:
Nelson’s Inshore Blockading Squadron at Cadiz, July 1797. http://en.wikipedia.org/wiki/Thomas_Buttersworth
Combate de Nelson con una lancha española en Cádiz. Richard Westall, 1806. Wikipedia.
Antxón Urrestarazu Echániz
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