El invierno va tocando a su fin. En esta época los bosques del sur convierten sus intensos tonos verdes primaverales en una gama de ocres y verdes otoñales. Un buen ejemplo lo encontramos en el gaditano Parque de Los Alcornocales, donde alcornoques y quejigos exhiben sus bellos portes y tonalidades.

El Parque Natural de Los Alcornocales es la selva del sur de Europa. 170.000 Ha. de patrimonio natural, densos y bellos bosques, en su mayor parte de alcornoques y quejigos. Las masas mixtas de ambas especies, junto a otras más minoritarias, componen en otoño e invierno bellos paisajes multicolores donde predominan los ocres y los verdes oscuros.

1. El alcornoque (Quercus suber L.).

Es más conocido por estos lares como «chaparro«. En euskera es conocido como «artelatza«. Es un árbol de tamaño medio, que puede llegar en algunos casos a 20-25 m de altura. Algunos ejemplares alcanzan los 12 m. de circunferencia cuando son adultos.

Su corteza de tipo suberoso, es decir de corcho, se convierte en una de las principales fuentes de ingresos del Parque, que debe gran parte de su conservación a la centenaria explotación de dicha corteza, una actividad que se realiza todavía hoy en día mediante técnicas y herramientas artesanales. Un alcornoque se descorcha aproximadamente cada nueve años.

2. El quejigo andaluz (Quercus canariensis Willd.).

Es un árbol de la familia de la encina, comparte con el alcornoque los bosques del Parque Natural de Los Alcornocales. Su área es más reducida, pero de gran interés biogeográfico. Es un roble relicto del Terciario, conserva caracteres bastante primitivos, y se presenta, bien en masas puras o mixtas, en compañía del alcornoque. El quejigo llega a alcanzar los 30 m de altura.

Durante el siglo XVIII, fué abundantemente empleado para la construcción de barcos y para la producción de carbón. La demanda de madera y combustibles se incrementó notablemente con los asedios a Gibraltar y la creación de un Alto Horno en Jimena de la Frontera. Durante el siglo XIX fue muy utilizado para la fabricación de traviesas de ferrocarril.

Ambas especies producen bellotas, aunque de características diferentes.

Si nos adentramos en el bosque en esta época, distinguiremos ambas especies por la diferente tonalidad de sus hojas, más oscuras en el alcornoque, por la distinta formación de sus ramas, en candelabro habitualmente en el quejigo, y, por supuesto, por el descorche en la mayor parte de los alcornoques.

 

Fotos de Arantza González.

Antxón Urrestarazu Echániz

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