Este fin de semana nos fuimos de visita a uno de los entornos naturales más fascinantes de la provincia de Cádiz: el poblado, islote y castillo de Sancti Petri (“piedra santa”). Una inmersión en el pozo de la historia de la mano de Estrabón para conocer las leyendas y mitos que rodean un espacio sagrado y misterioso. Acompañados del sol radiante y la luz gaditana, nos pusimos rumbo a Sancti Petri.
“Lo legendario fascina, lo fabuloso envuelve y atrapa, la lejanía actúa como imán y nos atrae.”
Sancti Petri es un entorno natural y urbano situado en el municipio de Chiclana de la Frontera que da nombre, simultáneamente, al caño que comparte con San Fernando y Puerto Real, al poblado almadrabero, al castillo y al islote sobre el que se levanta, e incluso al conjunto turístico poblado de hoteles y apartamentos, el Novo. La belleza del espacio natural formado por la desembocadura del caño, la Punta del Boquerón y el conjunto de arrecifes que corona el castillo es sorprendente.
Tras dejar atrás el aspecto fantasmal del que fuera un singular poblado dedicado a la almadraba del atún, un modélico poblado marinero de finales de los años 40 cargado de historia, misterios y apariciones espectrales, nos embarcamos rumbo al islote donde se levantó en la antigüedad el principal oráculo del mundo occidental: el templo de Melqart-Hércules.
Es preciso aclarar que el actual islote y su fortificación no se corresponden exactamente con el que fuera el sagrado y rico templo, cuyos restos yacen sumergidos en las aguas que los circundan, un templo del que se dice guardaba las cenizas del dios, que visitó Aníbal antes de partir a la conquista de Italia y donde Julio César lloró delante de la estatua de Alejandro Magno. Mucho ha cambiado el que fuera el gran archipiélago que conocieron los tirios hacia el año 1104 a.C. y donde fundaron el importante asentamiento fenicio que está en el origen de nuestra Cádiz actual, tal y como nos cuenta el geógrafo griego Estrabón.
Como surgiendo del pozo de la historia, que los dos bellos pozos del aljibe y el pozo de mareas que encontramos en el recinto del castillo simbolizan a la perfección, nuestro guía Fran Toledo, de la empresa Loggia, nos introduce de manera apasionada en el relato que fusiona de manera armónica la historia real y las voces que la adornan con todo tipo de mitos y leyendas relacionados con el origen de nuestro entorno cultural y las civilizaciones que lo alumbraron.
El castillo que visitamos no es sino una reminiscencia de aquel templo sagrado que nos fascina y atrae por su simbología fundacional. Se trata de una combinación de restos y restauraciones de la torre del siglo XVI y del conjunto de edificaciones levantadas a partir del XVIII, como baluarte defensivo contra los ataques berberiscos e ingleses más tarde y que formó parte de un entramado de baluartes y fortificaciones que protegían la entrada al caño de Sancti Petri junto a las baterías de Urrutia o Azpíroz en la Punta del Boquerón. El Castillo ha sido declarado Bien de Interés Cultural con la categoría de Monumento.
Tras disfrutar de un entorno natural y paisajístico deslumbrante y sumergirnos en el pozo de la fabulosa y fascinante historia que da cuenta de los orígenes y desarrollo de nuestra civilización, sólo nos quedaba disfrutar de esa parte de la cultura que atiende a una de nuestras satisfacciones más convencionales: la gastronomía. Y nada mejor que degustar los excelentes guisos y pescados de Cirilo en el restaurante del Club Náutico del Poblado. Un buen remate para una jornada que tardaremos en olvidar.
Antxón Urrestarazu Echániz
Obra bajo licencia Creative Commons
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