El Geoparque de la Costa Vasca y el Flysch de Zumaia son uno de los principales atractivos turísticos del País Vasco. Lo que resulta menos conocido, pero no por ello menos espectacular, es el entorno de costa del Estrecho de Gibraltar, entre las localidades de Tarifa y Algeciras. Un espacio natural mágico, misterioso, dominado por la formación geológica del Flysch y la rasa mareal.
El Geoparque de la Costa Vasca es un territorio encajado entre el mar Cantábrico y las montañas de los municipios gipuzkoanos de Zumaia, Deba y Mutriku. Un espacio natural muy singular donde destaca una formación geológica conocida como Flysch. Un bonito ejemplo lo constituye la playa de Itzurun de Zumaia, situada bajo la preciosa ermita de San Telmo, que se encuentra protegida por impresionantes estratos verticales de rocas.
A mucha distancia del Geoparque, en la otra punta de Euskadi, en pleno Parque Natural del Estrecho y frente a la costa africana, se encuentra el paraje más salvaje y virgen de la provincia de Cádiz: el conjunto de cerros, acantilados, calas y rasas mareales que forman parte de las llamadas “Unidades geológicas del Campo de Gibraltar”, constituidas por secuencias turbidíticas formadas durante el Cretácico y Terciario.
Euskádiz recorrimos este pasado domingo este espacio natural privilegiado, el sendero conocido como la Colada de la Costa, entre Tarifa y la torre almenara de Guadalmesí, y realizamos el reportaje fotográfico que os queremos mostrar.
1. El Flysch
En el fondo del océano los depósitos turbidíticos se acumularon por corrientes de turbidez en una cuenca profunda que se situaba entre las placas Ibérica (al norte), Africana (al sur) y la microplaca de Alborán (al este) y alternaban capas duras, en especial areniscas, y capas blandas de limos y arcillas de distinto grosor que emergieron en los plegamientos montañosos, adoptando una posición inclinada. Es lo que se conoce como Flysch. La unidad de Algeciras está compuesta por Flychs Margo-arenicoso-micáceo del Oligoceno-Mioceno inferior.
La rasa mareal y los acantilados del Flysch de Tarifa.
Los estratos del Flysch alternan capas duras y blandas.
De ruta por el Flysch.
2. La torre de Guadalmesí.
La torre almenara toma su nombre del arroyo cercano de Guadalmesí, topónimo de origen incierto que podría provenir de la voz árabe wadí-n-nisá, río de las mujeres. Tras aprobarse su construcción en 1577, ésta comenzó en 1588, desconociéndose la fecha precisa en la que terminaron sus obras. Su función principal fue la de evitar que buques enemigos, piratas y corsarios, hicieran acopio de agua en el cercano arroyo de Guadalmesí, único punto de todo el tramo de costa donde podía hacerse en verano.
Desde la torre tenemos una hermosa vista de la ensenada y desembocadura del río Guadalmesí, del Flysch y de la Punta del Acebuche.
3. El Estrecho de Gibraltar.
El Estrecho de Gibraltar (en árabe: مضيق جبل طارق; en inglés: Strait of Gibraltar), es el lugar por donde se produce la unión natural de dos masas de agua: el mar Mediterráneo y el océano Atlántico, y una separación entre dos continentes: Europa y África. Incluso geológicamente, el Estrecho representa la fisura de las dos placas tectónicas: la placa Euroasiática y la placa Africana. Europa y África están separadas por 14,4 kilómetros de océano en su punto más estrecho y tiene una profundidad de 300 a 900 metros en algunos puntos.
El Estrecho de Gibraltar y el Continente africano desde los acantilados del Flysch de Tarifa.
La imponente mole del Yebel Musa. La mujer muerta (en árabe جبل موسى).
4. Los vecinos.
Enclave estratégico de migración de una gran variedad de aves, habitat natural de los más impresionantes cetáceos, el Parque Natural del Estrecho es el paraíso del mundo animal. Nosotros tratamos con especies más domesticadas como cabras y vacas de inquietantes cornamentas, conscientes de que invadíamos un territorio del que se sentían legítimos propietarios.
5. El grupo.
Y no podía faltar el homenaje gastronómico y el buen ambiente. El observatorio de aves de Guadalmesí fue el marco idóneo para el disfrute culinario y el buen ambiente. No faltó de nada.
Nuestro fotógrafo Jesús, gran apasionado de las piedras.
Fotos: Jesús Oliden y Arantza González
Antxón Urrestarazu Echániz
Obra bajo licencia Creative Commons
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