Tres acontecimientos han confluido de manera casual en un corto espacio de tiempo: la presencia de una chirigota “vasca” en el carnaval de Cádiz, una película con trama vasco-andaluza y nuestro primer viaje organizado como Euskádiz al País Vasco. Estos eventos, sin duda, contribuirán a derribar barreras, estableciendo nuevos lazos y consolidando los existentes entre las dos tierras que conforman nuestro mítico Euskádiz.
Lo siento Patxi todo el mundo no puede ser de Euskadi (chirigota gaditana)
A finales del pasado año, al llegarnos la noticia de que una chirigota se había inscrito, desde Donostia-San Sebastián, para participar en el Concurso Oficial de Agrupaciones Carnavalescas de Cádiz, y dado el manifiesto interés de Euskádiz por todo lo concerniente entre ambos territorios, contactamos de inmediato con los componentes del grupo.
Pronto supimos que el supuesto lugar de su procedencia era el guiño de unos jóvenes, aunque experimentados chirigoteros gaditanos, para originar durante un tiempo una divertida ambigüedad.
Nuestra relación con “los Patxis” (nombre con el que acabó siendo conocida la chirigota) fue aumentando, al tiempo que nuestras reticencias ante la manera en que la agrupación abordaría su burlesca parodia se diluían.
Tuvimos el honor de ser invitados al local de ensayos para acompañarles en la íntima y particular liturgia de los preparativos el día de su actuación en los cuartos de final del concurso de agrupaciones carnavalescas en el Gran Teatro Falla. Allí acudimos un pequeño grupo de vascos-gaditanos viviendo esos entrañables momentos entre el ajetreo de maquilladoras efectuando su trabajo, figurantes dando los últimos retoques a sus disfraces y chirigoteros templando nervios, voces y guitarras.
El ingenio, tacto y cariño con el que la chirigota encaraba ese acercamiento al País Vasco nos cautivó desde los primeros momentos de forma tal que, en la medida de nuestras posibilidades, nos volcamos en difundir su repertorio de coplas cargadas de humor, alternándolas con otras plagadas de mensajes solidarios; muestra de ello es el pasodoble dedicado al pueblo vasco cuya última cuarteta transcribimos. La respuesta de los seguidores vascos en nuestros medios sociales fue masiva y en todos los casos positiva.
“Hoy os quiero dar las gracias
porque gracias a este papel
he tenido el gran orgullo
de meterme en vuestra piel,
habiendo un pueblo que busca un destino
cargando con la fama de asesino” (*)
(*) In memoríam de José Antonio Gómez Rodicio coautor de la chirigota.
Ocho apellidos vascos (la película)
Cuando periodistas, charlatanes profesionales que se autodenominan tertulianos o políticos pontifican de forma sesgada sobre los estereotipos de una determinada comunidad, contribuyendo con ello a denostarla, es de lo más lógico que aquellas personas, que por haber nacido en ella o que por cualquier otra causa la amen, se consideren ofendidas. Pero si los estereotipos se retuercen hasta el esperpento, como lo han hecho Borja Cobeaga y Diego San José, en el guión de la película “Ocho apellidos vascos”, lejos de ofender, lo que han conseguido es hacer pasar a los espectadores, incluyendo por supuesto a vascos y andaluces, un rato de divertidas carcajadas, muy necesario en estos aciagos tiempos. Y aunque esta historia romántica sea tan rocambolesca, nos ha satisfecho que se desenvuelva entre una vasca y un andaluz.
El actor vasco Karra Elejalde, en la película Koldo, arrantzale (pescador) y padre de la novia, comentaba en el diario El País: “Esta es una comedia romántica, y la kale borroka o ETA son temas periféricos en el argumento. Ahora bien, esas cosas se curan riéndose. Cuando tienes una patología, es sano y pedagógico, muy positivo y cauterizador, reírse de ese mal, de nosotros mismos. También Ocho apellidos vascos se ríe de los señoritos andaluces y de Los del Río, y quien quiere buscarle más vueltas a los chistes, se está confundiendo”.
Y nosotros añadiríamos que los motivos por los que puede producirse esa confusión es por tener un escaso sentido del humor o el resultado de envolverse de forma permanente en alguna bandera, motivo por el cual los ojos quedan tapados, dejando de ver la realidad.
Conoce el País Vasco con Euskádiz (el viaje)
Tras nuestro reciente viaje por las tres provincias vascas, acude a nuestra mente una reflexión sobre los buenos momentos vividos.
Los bellos decorados de ciudades emblemáticas, playas de ensueño, verdes montañas…, aderezados con una potente gastronomía, se encontraban allí al alcance de todos; pero de no ser por la colaboración activa de los actores, la inmersión en Euskadi no se hubiese materializado. Un grupo de amigos/as vascos/as lo hizo posible dándonos valiosas sugerencias, e incluso participando activamente, haciendo que nuestras visitas a sus lugares de residencia resultasen sumamente gratas.
Tras el éxito del viaje, y en público reconocimiento a su desinteresada colaboración, agradecemos:
A Jesús Laiseka y Contxi la confección de una personal y útil guía de los bellos lugares de Bizkaia y certeras recomendaciones sobre su buen yantar, así como los doctos consejos de Txema, insigne cocinero de nuestro txoko gaditano y gran experto en restaurantes y lugares de txikiteo en Bilbao.
La gentileza del gipuzkoano Mikel Muñagorri, orgulloso abuelo de una gaditana que, ante la imposibilidad, por cuestiones laborales, de mostrarnos la Basílica del Coro de Donostia y la Cofradía Vasca de Gastronomía con piscolabis incluido, le trasladó el encargo a su compañero Juan Manuel Garmendia, desempeñando con nota su labor de anfitrión.
Las inconmensurables muestras de altruismo que nos dieron Karlos y Loren en Zarautz y Eneko, Juanjo, Amaia, Josean, Begoña y Kakel en Donostia, gracias a las cuales pudimos disfrutar con las entrañables cenas que nos prepararon en sus respectivas sociedades gastronómicas.
A Pilar Goyoaga por su habilidad en armar la urdimbre de sus amistades, lo que nos posibilitó conocer a la guapa bermeana Begoña Elordui con la que, gracias a su afabilidad y eficiencia, pasamos unas horas inigualables.
La amabilidad y la atención de Aitor, así como la de José Antonio y Lourdes, propietarios de las casas rurales Sagarmaneta y Leku-Eder donde nos alojamos en Urdaneta (Aia), excediéndose con mucho a la normal relación entre hosteleros y clientes.
Nos sentimos satisfechos al conseguir que los valores de amistad e integración que propugnamos desde Euskádiz hayan aflorado en este nuestro primer viaje al País Vasco, habiendo constatado, una vez más, que el síndrome de los prejuicios se cura con la medicina del viajar.
Juan dos García
Obra bajo licencia Creative Commons
Totalmente de acuerdo con la reflexión final «el síndrome de los prejuicios se cura con la medicina de viajar» hay que salir y dejar de mirarse el ombligo y no pensar que lo nuestro es lo mejor. Una madrileña que ha vivido ocho años en el País Vasco y ya veinte en Cadiz.
Saludos