Paco Chicón es propietario de una de mis tabernas gaditanas favoritas: “Ultramarinos El Veedor” en la calle del mismo nombre del casco antiguo de Cádiz. Paco es un malagueño de nacimiento, gaditano de vocación desde los 12 años y vasco de adopción, tras su aventura por tierras bizkainas, más concretamente en Lemona, donde residió durante varios años. Pero además es el tío carnal de Alex Txikon, palabras mayores para los vascos: aventurero; alpinista de élite con 10 ocho miles a sus espaldas y acompañante habitual de Edurne Pasabán en sus aventuras alpinas; aizkolari y practicante habitual de deporte rural vasco; y últimamente especialista en Salto Base. Todo un personaje muy admirado en Euskadi.
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Introducción biográfica.
He quedado con Paco Chicón a desayunar para que me cuente sus andanzas vascas en los años 60, sabedor de que guarda un grato recuerdo de la experiencia que le llevó a Lemona junto a una parte importante de su familia, gran parte de ella todavía residente en Euskadi y con descendientes renombrados como su sobrino Alex.
Paco nació un 20 de Enero de 1946 en la localidad malagueña de El Burgo y con doce años vino a Cádiz a trabajar con un hermano que estaba de encargado en un ultramarinos del barrio de Santa María, cobrando 15 pesetas diarias, más comida, catre y ducha en los baños públicos del Campo del Sur. “En 17 meses de trabajo, propinas incluidas, conseguí mi primer billete de 1000 pesetas, que guardé durante años en la cartera como si fuera una reliquia”.
Paco se inicia en una curiosa actividad que la emigración montañesa acuñó en la ciudad, como “chicuco” de ultramarinos, lo que parece que le marcaría su destino hasta convertirse en propietario de uno de los más célebres de la ciudad: Ultramarinos El Veedor. Paco guarda gratos recuerdos y graciosas anécdotas de aquella época de escasez y largas jornadas laborales. Por diversas circunstancias familiares hubo de regresar a su pueblo, de donde partiría hacía Bilbao y Lemona.
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La experiencia vasca
A finales de 1962 Paco Chicón salió de su localidad de El Burgo para vivir una etapa de su vida que le ha dejado marcado para siempre. Su hermano Agustín vivía en un caserío del barrio de Elorriaga de Lemona (Lemoa) en la provincia de Bizkaia, a donde viajó 10 años antes en compañía de su novia, y con quien posteriormente tendría una amplia familia de 13 hijos, el más joven de los mismos resultó ser nuestro Alex Txikon.
Paco llega a Lemoa con 14 años y en poco tiempo inicia su andadura laboral en la empresa Procemen, para pasar rápidamente a la empresa de curtido de pieles Zubeldia SA, donde estaría durante 4 años, con un salario semanal que recuerda perfectamente: 573,10 pesetas semanales, a diferentes turnos y en un trabajo que completaría con otras actividades laborales en Auxini de Zeanuri, una empresa de construcción donde trabajó cerca de dos años en las obras de conducción de agua a Bilbao; en Yurre en la aserradora de Ángel Iruarrizaga, donde no pasaba de cobrar 18 pesetas la hora de trabajo; en Desestaño Bilbaíno, donde completaba su jornal cobrando 25 pesetas la hora o cortando troncos con sierra para una papelera. Años de largas jornadas de trabajo que se prolongaban hasta el sábado, pero que Paco recuerda con especial cariño.
Los domingos eran días de disfrute intenso: “recuerdo sobre todo las partidas de tute en el barrio de San Ignacio, donde apostábamos un queso en el juego, o en aquella Ducati azul en compañía de un amigo recorriendo las fiestas y los bailes de los pueblos cercanos: Amorebieta, Usánsolo, Durango, Bermeo, Yurre o Galdakao. Por 7 pesetas nos daban un ticket que colgábamos en la solapa con un alfiler y nos permitía bailar toda la noche con las chicas del lugar, bien separados, eso sí”. A veces con un paraguas, porque no paraba de llover. Todavía recuerda la frase en euskera con la que invitaban a las mozas: “Dantza nahi duzu”.
Fueron 6 años muy intensos de su vida, desde los 14 a los 20 años, en una tierra por la que siente un cariño especial y que solamente abandonó para hacer el servicio militar en el Sahara a finales de 1968. Pero al acabar la mili ya no volvería a Euskadi. “Si no es por la mili seguiría viviendo en Bizkaia, una tierra magnífica que añoro y a la que viajo de vez en cuando a visitar a mi familia. Yo me integré perfectamente en el ambiente vasco, me gusta el verde de sus paisajes, el clima. Cuando me casé nos cogimos el avión a Bilbao a dormir al Hotel Carlton de la plaza elíptica, una promesa que hice en mis tiempos de juventud”.
Su cuñada continúa viviendo en Lemoa, en el barrio de San Ignacio, debajo de la cantera, y ha sacado adelante a sus 13 hijos que se sienten unos vascos más. A Paco le brillan los ojos cuando recuerda esos años tan importantes de su vida. “Aquí pasé de niña a mujer”.
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Alex Txikon
El sobrino más pequeño de los 13 hijos de su hermano Agustín resulta ser nada más y nada menos que uno de los vascos más populares y “jatorras” que podamos conocer: el alpinista de élite, aizkolari, especialista en Salto Base y lo que le echen: Alex Txikon. Un personaje que ha tenido recientemente un programa semanal de una hora en la televisión vasca EITB, titulado “Txikon Xtreme”. Muchos días me encuentro a Paco en su Veedor y me deja los recortes de prensa que le hace llegar su familia en los que se informa de las muchas aventuras de su Alex y que en ocasiones sigue con cierta inquietud por el riesgo que comportan. Pero en el fondo se nota que siente un orgullo especial por su sobrino pequeño de Agustín, un tipo formidable y generoso, un fenómeno al que pretendemos traer a Cádiz para que haga una exhibición de deporte rural vasco.
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Los años posteriores y Ultramarinos Veedor.
Finalizado el servicio militar en Aargub con las tropas nómadas, en el Sahara, y tras una breve estancia en su pueblo natal, Paco emprende la que será su aventura gaditana definitiva. Y como los ultramarinos son su destino desde chico, comienza nuevamente a trabajar en uno de ellos situado en la calle Vea Murguía del casco antiguo de Cádiz, primero como empleado, posteriormente como encargado y finalmente como arrendatario.
El 21 de noviembre de 1976 comenzará su andadura como propietario del almacén que con tanto cariño ha convertido en uno de los referentes de la gastronomía gaditana: Ultramarinos El Veedor, en la esquina de la calle del mismo nombre con Vea Murguía. Hace unos años abrió el restaurante Veedor 10, un bonito local justo enfrente del local anterior.
Si visitáis Cádiz y queréis localizarme no tenéis más que acercaros a Ultramarinos El Veedor de la calle del mismo nombre. Allí me encontraréis, si es hora de txikiteo, con Joaquín, Alberto y demás amigos, en animada tertulia acompañada de buenos vinos y chacinas. Y aunque Paco está algo alejado del ajetreo de la barra, sigue diariamente al pie del cañón y pendiente de todo lo que ocurre en su establecimiento. Así dispone de algo más de tiempo para dedicarlo a sus aficiones: la caza, la recogida de setas y las buenas tertulias.
Antxon Urrestarazu
Obra bajo Licencia Creative Commons.
Habrá que celebrar este buen artículo en próxima cita tomando unos vinos o cerveza, acompañadas de unos buenos quesos o bacalao en tomate. Obviamente en el Veedor. Un abrazo.
Como bien sabes, Amadeo, los vascos/as morimos por las tabernas. Ya va tocando un encuentro para tomar unos vinitos con tapitas. Los últimos fueron en Veedor y con buena compañía.